La colonia Roma tiene muchos lugares de cuento, inmuebles que parecen sacados de esos libros que leímos de pequeños e incluso de poemas, pero eso sí, repletos de historias.
Uno de ellos es el restaurante Filigrana, arquitectónicamente es un sitio que brilla por sí solo, sus paredes son espejos biselados que reflejan luz por donde quiera que lo veas, en él, la chef Martha Ortiz plasma obras de arte comestibles, si, así como lo lees, cada platillo tiene detrás productos locales que llegan a la cocina para que ella cree piezas únicas que hablen por sí solas, te cuentan historias, te llevan de viaje y te transportan a otros tiempos, llámese presente, pasado o futuro.
En su interior el restaurante está decorado con elegancia, tiene sillones aterciopelados que en lo personal me provocan una sensación de intimidad, casi en medio del salón justo enfrente del bar hay árbol grande que pareciera que sostiene el techo de cobre y en la contraparte, un imponente mural del artista Rafael Cauduro con un toque urbano, que él mismo inauguró.
Su menú está concebido de principio a fin como una pasarela de sabores clásicos mexicanos, para el brunch dominical la chef ha preparado una selección de platos muy mexicanos a los que además les imprime su personalidad, por ejemplo, yo probé para empezar un tamal frito de setas sobre salsa roja con acento de chile guajillo, por encima lleva queso de hebra, crema de rancho, queso fresco y verdolaga fresca.
Luego me llevaron a la mesa una gordita de maíz rellena de chicharrón prensado y ensalada de orégano, servida en un hermoso plato en forma de hoja verde, otra de mis recomendaciones son los sopes de recaudo negro con cebolla morada y pepino. Los chilaquiles solares, elaborados con salsas de tomate amarillo, chile güero, crema de rancho y queso holandés, son infalibles a la hora del desayuno.
El plato fuerte es un verdadero poema, para empezar se llama La Cazuela de las Virtudes, se trata de un mole almendrado con pollo orgánico, se sirve en un plato de barro y se acompaña con un delicioso y curioso arroz de color morado que le aporta el muicle, una especie de planta acuática la cual también fue usada por las culturas maya y azteca, para que recordemos siempre la belleza y el poder de la gastronomía nacional, en palabras de la chef.
Después de este plato pensé que nada lo podía superar y llegó un pastel de cinco leches, pero como dice el dicho que hay un estómago para la comida y otro para el postre, pues entonces ninguno superó al otro, vale mucho la pena que lo prueben.
El brunch dominical comienza a las 09:00 y termina a las 18:00 horas. Checa aquí los horarios del resto de la semana y el menú completo.
Dirección: Veracruz 62, col. Roma Norte.