Por Federico Diego
Pepe Mesa Española nos entrega una reinterpretación de la cocina española que siempre se ha caracterizado por utilizar ingredientes de primera.
Hay quien afirma que para estas fechas ya no hay nada nuevo y que la capacidad de asombro se ha perdido por completo.
Aquellos que lo dicen, definitivamente no han ido a Pepe, Mesa Española y no es que allí hayan descubierto el hilo negro, pero sí que nos ofrecen una reinterpretación de la cocina española que no sólo asombra, también divierte y apapacha.
Ubicado dentro de un edificio que alguna vez fue una serie de departamentos, el hotel Kimpton Virgilio alberga en la planta baja a Pepe, Mesa Española con algunos toques latinoamericanos.
El recibimiento es justo como uno espera que lo reciban en todos lados: Amable, sonriente y nada abrumador, en el salón que anteriormente funcionó como patio central del edificio tiene un tragaluz que permite el paso de la luz natural y observar, rodeado de plantas, el cielo y las obras de arte que decoran el comedor.
Pero vamos a lo que vinimos: La comida
Empezamos con un plato de aceitunas aliñadas con naranja, ajo y hojuelas de chile.
Después llegó un calcot tatemado con muhammara, aceite de perejil y almendra frita y enseguida un pan tomate con cangrejo.
Así se dieron paso unos niguiris de fideuá con jamón de pato curado en casa y los pintxos de camarón al ajillo, servidos en galletas de tapioca, tinta de calamar y crema de limón, luego unos irresistibles huevos rotos y por último una tártara en forma de noodles.
“La inspiración llega a partir de cosas que veo y pruebo; cosas que leo o que sencillamente se me ocurren que podrían ser interesantes”, nos platica el chef Carlos Juárez.